No soy monedita de oro

Me llama el hijo de una señora que hace 5 años sufrió un ACV que le causó una hemiplejía derecha y le afectó el habla, por lo que tiene grandísimas dificultades para comunicarse.

Cuando la evalúo encuentro que la paciente tiene muchísimas dificultades para mantenerse sentada sin recostar la espalda sobre el espaldar de la silla, no podía girar mientras estaba acostada boca arriba, no podía mantenerse de pie sola sobre su pierna izquierda (la «buena»), ni muchísimo menos caminar. Tenía muy poca espasticidad, sólo aparecía el patrón espástico cuando sentía temor al caerse mientras estaba sentada sin recostar la espalda en el espaldar y al estar de pie flexionaba la rodilla y la cadera derecha. Mientras estoy haciendo mis preguntas de rigor a los familiares, llama poderosamente la atención la cantidad de fisioterapeutas que la han tratado y el estado tan pobre en el que se encontraba. La verdad es que me parecía un caso bastante complicado, sobretodo por el tiempo que tiene desde el ACV (5 años) y por los indicios de ansiedad que pude notar en sus familiares, quienes esperaban que mi tratamiento ayudara a la paciente en un período corto de tiempo.

Al plantear el tratamiento quise hacer énfasis en que el proceso no iba a ser fácil, que había que tener paciencia (más de la que han tenido durante los últimos 5 años) y que había mucho trabajo por hacer; pero también había mucho potencial de mejoría, cosa que pude demostrar con el pasar de las semanas.

Al cabo de 2 meses de tratamiento la paciente había perdido mucho miedo al estar sentada y de pie y ya era capaz de estar sentada sola sin espaldar y en muchas ocasiones era capaz de mantenerse de pie por unos instantes. Había que seguir trabajando la fuerza de su lado que podía mover (brazo y pierna izquierda) y mejorar el control del equilibrio, cosa que empezó a hacer a partir del 1er mes de tratamiento conmigo. También fué capaz de caminar con mi ayuda moviendo y controlando ligeramente su pierna derecha para dar el paso. Logros que consideré significativos dadas las circunstancias. A la paciente en esos momentos también se le notaba emocionada por haber logrado al hazaña.

Sin embargo las expectativas de de los familiares eran demasiado altas, entendían que para ese momento ella debería estar mejor y como no era así pues no estaban contentos y decidieron que no continuara su tratamiento.

Dejando a un lado la decepción por tal decisión, ya que yo pensaba que íbamos muy bien encaminados y esto era como si tu novia termine la relación cuando menos te lo esperas mientras crees que todo está bien, pensando en frío pude sacar varias conclusiones:

1. Las expectativas si están fuera de contexto y de la realidad pueden ser peligrosas.

2. La sinceridad de los familiares al explicar su decisión no es común. Usualmente dicen: «nosotros te llamamos».

3. Por mas que cada día resaltaba los logros conseguidos y explicaba a detalle cada pregunta que me hacían no hubo una conformidad al respecto, lo que me lleva a la siguiente conclusión,

4. No soy monedita de oro pa´caerle bien a todo el mundo.

5. Lo mas importante es respetar la decisión que tomaron simplemente porque es su derecho.

6. El trabajo bien hecho deja sus resultados, a pesar de que no los reconozcan. Eso hizo que mis malas sensaciones después del incidente (decepción, tristeza, rabia por una decisión mal tomada, etc) se desvanecieran rápidamente.

Al final, la química que pueda haber entre los pacientes/familiares con el Fisioterapeuta es fundamental para que un proceso de recuperación sea exitoso.

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